El periodista satauteño, José Martín Ramos ha resaltado las señas de identidad de los vecinos de los barrios de Los Llanos de María Rivera, El Roque y El Piquillo, tres entidades de población que han progresado para convertirse en un pueblo con una identidad colectiva y una realidad común. Reproducimos íntegramente el texto del pregón pronunciado por el vecino y reconocido periodista que ha conocido y alcanzado los puestos más destacados en los medios de prensa escrita, radio y televisión en Canarias.
Señoras y señores. Autoridades, representaciónes e integrantes de la Comisión de fiesta del Llano de Maria Rivera, a quienes desde ahora quiero dar las más expresivas gracias por designarme para esta responsabilidad, que antes asumieron personas tan especiales como la entrañable, Mara González, compañera infatigable de la radio durante tantos años y que me honro con su amistad y afecto, y nuestro cronista oficial de Santa Brigida, Pedro Socorro, amigo,compañero e investigador que cada día, con sus aportaciones, nos acerca a una mejor comprensión de la historia de nuestros barrios y pueblos. Un lujo su aportación y descubrimientos. Son dos ejemplos claros y concluyentes de quienes me han precedido en esta tarea que me satisface y honra.
Para este pregonero, nacido y criado en esta comarca, y que habita en lugar cercano, a donde nos encontramos, la visión del Llano Maria Rivera, tiene varias etapas. Una primera de infancia y juventud, cuando vecinos habitaban en las cuevas de los Frailes, y era un espectáculo insólito para la “pollería” el observar aquella realidad, mientras nos trasladaban en furgones para dar patadas a un balón, en un terreno situado junto a la Iglesia de 7 Puertas, donde la emoción crecia por segundos .Habia dos factores fundamentales: procurar que el equipo de casa no quedase muy tocado, y que las inclemencias del tiempo no afectaran… si el agua ocupaba el cauce del barranco, nuestro gozo en un pozo. El campo desaparecia, las porterías quedaban semi-hundidas y nuestras ilusiones quebradas. Entonces hacíamos turismo… y subíamos hasta este lugar. Siempre nos llamó la atención la forma en que iban surgiendo las viviendas a ambos lados de la carretera principal, mientras algunos vecinos nos daban todo lujo de detalles… pero dejando claro que unos pertenecían a la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y otros a las Villas de Santa Brigida y Teror. Pero todos defendían al Llano, su Llano, su pueblo, como una filosofía de vida de comportamiento y lucha ante los difíciles momentos vividos, pero unidos como una piña. Esa forma de ser y actuar confieso que me impactó: la forma en que brazo sobre brazo, antepusieron los interés generales a los particulares. Bello ejemplo.
Lo que son las cosas de la vida. Años después, cuando hacia mis “pinitos periodísticos”, no recuerdo bien si hablamos de principios de los años 70, me enviaron para que cubriese la información, cuando los alcaldes de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, Fernando Ortiz Wiot, y de la Villa de Santa Brigida, José Feo Pérdomo, procedieron a subir la palanca y dotar de luz a sus viviendas y caseríos cercanos, con lo que el barrio ganó en esplendor y los vecinos en calidad de vida.
Desde entonces hasta hoy, existe, sin duda, un largo trecho, que se ha ido cubriendo con trabajo y sacrificio de todos. Nada es gratis y de eso saben mucho los vecinos que conforman este importante núcleo de nuestra Gran Canaria, que ha ido creciendo de forma pausada, pero constante.
Cuenta la historia que estas tierras eran eminentemente agrícolas, y que una pequeña saga de labradores y también esclavos negros y moriscos a su servicio roturaron los terrenos y convierton al Llano en lugar próspero y productivo, sobre todo de trigo que se mezclaba con los productos de huertas y los primeros viñedos. Cien años después,estamos ya en pleno siglo XVII, una familia campesina se dispone a organizar su vida en este lugar, convirtiéndole en uno de los graneros de la isla. Se trata de unos enraizados pobladores entre los que se encuentra, doña María Rivera y su esposo, que viven cultivando y sembrando la tierra, también de viñedos. En total unas 15 fanegadas, casi cien mil metros cuadrados, donde no faltaba tampoco un importante rebaño de más de cien ovejas, lo que hacía de este lugar una importantísima zona agropecuaria, donde el pasto garantizaba unas buenas carnes. Entre tanto, la vid ganaba terreno con el tiempo, debido a la demanda americana y a la ruina del negocio de la caña de azúcar.
En este breve repaso por una historia, más que sabida, no podemos ni debemos olvidar el paso por estas tierras milenarias, de los peregrinos que se dirigían a la Villa de Teror, por Arbejales, transitando por los restos de La Dehesa de Tamaraceite, el cantón donde pastaban los nutridos rebaños de las tribus aborígenes antes de la conquista. Otro lugar a recordar es, sin duda, el territorio fronterizo con el barranco de La Angostura, desde el denominado risco de Las Galgas, formaba parte de El Lugarejos, el lugar donde se encuentra la cantera que puede contemplarse hoy en las antiguas edificaciones de la ciudad, y en la misma Catedral, pues su primer arquitecto, Diego Alonso, eligió las piedras de color gris azulado utilizadas a la talla y al labrado de las primeras paredes de Santa Ana.
Llegado este punto, con ocasión del inicio de la fiesta, es necesario situarnos en el presente; hablar de los protagonistas de la historia que son sus vecinos que han sabido defenderse y luchar, y que aspiran con su trabajo a la promoción social y económica del barrio. Nunca les falta una ilusión,una razón…. Al final siempre encuentran una solución y además son agradecidos… como muestra la patrona, La Virgen de La Luz.
Hoy los Llanos de Masria Rivera, El Roque y El Piquillo forman un nuevo pueblo, centenario y luchador que ha logrado avances importantes pero aún apuestan por otros proyectos. Lo que está claro que con ilusión y constancia todo se consigue, siendo sus vecinos el activo más importante.
A todos felices fiestas, que sea lugar de encuentro y emociones, de participación y alegría para disfrutar de unos actos que, con tanto esmero ha preparado su comisión de fiestas y asociación de vecinos.
Esta noche, al abandonar este hermoso lugar, de esfuerzo y lucha, vuelven a mi mente juvenil aquellas excursiones al Llano y 7 Puertas, hace casi 50 años. El lento caminar de sus gentes, y la ilusión por un mañana mejor, que afortunadamente aún brilla en sus ojos.
Muchas gracias y felices fiestas.
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