Cientos de personas se dieron cita en la Villa para celebrar la Noche de Finados con el tradicional asadero de castañas, vinos y folclore canario. Un encuentro de la población satauteña que reúne cada año a numerosos vecinos y vecinas para compartir los productos de otoño gracias a la colaboración del personal municipal y los distintos colectivos que se hacen cargo de elaborar los productos para el consumo de un público que se incrementa en cada edición de la fiesta de los finados.
El éxito de la noche de Finados es mérito de una población que reconoce sus tradiciones y plantea conservarlas con el respeto a la originalidad y naturalidad con la que surgieron estas iniciativas. Para ello, es indispensable el trabajo en común de los colectivos ciudadanos, culturales, deportivos, vecinales e incluso las organizaciones políticas locales, que realizan un gran esfuerzo para que las personas que visitan la Villa durante esta jornada, atraídas por el reclamo de un encuentro tranquilo y festivo, disfruten plenamente de la hospitalidad satauteña. Para ello, la Concejalía de Festejos ha contado con el respaldo de los distintos departamentos del Consistorio, así como de la colaboración de los citados colectivos, sin cuyo respaldo no podría atenderse a la gran afluencia de público que la noche del miércoles llenó todos los establecimientos de restauración del casco.
Este año, además, se ha incorporado a la propuesta festiva un evento singular promovido por un colectivo juvenil de la Villa formado por más de treinta voluntarios. Así, acondicionaron el Centro Cultural de Santa Brígida para presentar un espectáculo terrorífico bajo el nombre ‘La Ceremonia’. Tradiciones culturales y propuestas para otros públicos se unieron para dar respuesta a la demanda de los ciudadanos y ciudadanas, que llenaron ambos espacios si bien el éxito de la casa del terror ha dado lugar a que se plantee la programación para el año próximo de una actividad específica para niños, ya que la mayoría de los/as menores se asustaban nada más entrar en el cine sin llegar a ver la sala donde se desarrollaba la trama y mucho menos la ruta interior tras el escenario del cine.
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