La Villa de las flores

Desde el siglo XIX aparece Santa Brígida mencionada en numerosos estudios realizados por expertos naturalistas europeos. Estos científicos quedaron asombrados por la variedad y riqueza de la flora natural. Así, aparecen recogidas en estos tratados de Botánica varias especies como la retama amarilla, en las laderas pedregosas y expuestas del Monte Lentiscal, el aromo en la Caldera de Bandama y Barranco de La Angostura, el mirto o arrayán en Tafira; el matoespuma se cita ubicándolo en zonas próximas a acuíferos, la teresita o el pinito, entre otras.

El clima benévolo, caracterizado por suaves cambios de temperatura, las precipitaciones frecuentes y el frescor de los vientos alisios proporcionan las condiciones óptimas para que las flores silvestres se desarrollen, dando lugar a un paisaje en el que, en primavera, la variedad de formas y colores ofrece todo su esplendor.

Es abundante la toponimia de distintas zonas del municipio relativa a la gran cantidad de especies de flores y arbustos características de la zona: encontramos barrios como El Madroñal, Los Lentiscos, El Dragonal, Pino Santo, Los Laureles o El Sabinal, … La urbanización creciente que ha sufrido el Municipio ha contribuido a la desaparición paulatina de estos paisajes.

Hubo un tiempo en el que los cultivos de flores ornamentales ocupaban buena parte del terreno agrícola del municipio, especialmente en el barranco Guiniguada. Estos cultivos se han ido reduciendo, siendo sustituidos por otros productos agrícolas.

Sin lugar a dudas, las flores (claveles, azucenas, culantrillos, hortensias, …) han sido protagonistas de muchos de los patios de las casas canarias, incluyendo las satauteñas, acompañando al tradicional bernegal, contribuyendo, de esta manera, a crear agradables ambientes, en torno a los que bullía la vida familiar.

Toda esta tradición floral llegó a su máxima expresión con la creación de Florabígida, que tuvo su primera edición en el año 1975, siendo alcalde de la Villa D. José Feo Perdomo. Esta exposición anual, que se sigue organizando coincidiendo con la celebración de las Fiestas Patronales, es una muestra de la variedad y riqueza de la flora autóctona. Vecinos y vecinas, asociaciones y empresas del sector contribuyen a dar atractivo a este evento
Por todo ello, Santa Brígida se ha ganado el sobrenombre de La Villa de las flores.

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