La Villa invita a revisitar las ermitas con un programa de conciertos de música clásica

Ermitas con música es una iniciativa del área de Cultura del Ayuntamiento de Santa Brígida que dirige el edil Melquiades Álvarez y que va a permitir conocer varios edificios singulares e históricos con el arte que atesoran gracias a la programación de una serie de conciertos de música clásica que tendrán lugar a lo largo del mes de diciembre. Las ermitas de San José de Las Vegas, Madroñal y Las Goteras son los escenarios escogidos para esta primera edición de este programa cultural que tiene voluntad de permanencia.

El domingo 4 de diciembre dio comienzo en la ermita de San José de Las Vegas una propuesta que recorrerá tres barrios del municipio con la iniciativa Ermitas con música, que también se celebrará los domingos 11 y 18, con la celebración de conciertos, Ermita del Carmen en Las Goteras y Ermita del Pilar en El Madroñal, respectivamente. Esta sugerente propuesta que llevará a estos singulares escenarios espectáculos de música clásica con el Dúo Barroque de Flute y la agrupación Nao el domingo 11 y el Trío Flautas y Dúo Barroque de Flute el domingo 18, todos en horario de mañana a partir de las 12.00 h.

Arquitectura, paisaje, historia y arte. La actividad incluye un recorrido por la historia de la ermita, por sus imágenes, por los acontecimientos que tuvieron lugar y que han dejado huella en cada rincón del edificio que ha tenido, hasta ahora, un uso vinculado al culto religioso.

El primero de los conciertos, el celebrado en la ermita de San José de Las Vegas y María uxiliadora, permitió a muchas personas conocer este edificio fundado a finales del siglo XVII fue reconstruido en el siglo XX por el arquitecto Antonio Cardona Aragón, quien incluyó la nueva torre del campanario. Los primeros diseños del conjunto fueron del ingeniero Laureano de Armas Gourié. Una hacienda donde el ilustrado José de Viera y Clavijo pasó alguna temporada e incluso le dedicó un poema. El templo fue utilizado durante la epidemia del cólera a mediados del siglo XIX como lugar de enterramiento de algunos miembros de la familia Bravo de Laguna.