Este reportaje es un homenaje a Greta y a quienes luchan por aquellos que no pueden defenderse por sí mismos.
El pasado mes de febrero, Mónica Rodríguez de León acudió al juicio por Greta con el corazón encogido. Como cuidadora temporal, había sido testigo de su lenta recuperación y revivir su sufrimiento fue desgarrador. Durante la audiencia, se exhibieron imágenes de la bóxer en el estado en que fue rescatada por la Policía Local de Santa Brígida. «Era una perrita desnutrida, la piel pegada al hueso y una tristeza infinita en la mirada», recuerda con dolor.
La tragedia de Greta comienza unos años antes, tras la muerte de su dueña. Las personas que quedaron a su cuidado, en lugar de hacerse cargo de ella, la ataron a una cuerda y la dejaron expuesta al frío invernal y al implacable sol del verano. Su alimento era escaso: apenas algún mendrugo de pan. A veces, nada.
Una noche, Greta logró escapar de aquel infierno, y en su huida quedó tendida exhausta en una carretera, donde la encontró Begoña, la Policía Local. La envolvió con sumo cuidado en una manta y la trasladó al Albergue Municipal de Santa Brígida. Nadie la reclamó.
Lo que no imaginaba la pequeña Greta es que su camino hacia una vida digna estaría acompañada de personas comprometidas que lucharon por su bienestar.
Las heridas de Greta
Tras su rescate, Cathaisa, veterinaria y colaboradora altruista de la Policía Local, la atendió y elaboró un informe pericial. «Presentaba todos los síntomas de omisión de los cuidados básicos”, rememora. “Se le notaban los salientes óseos. Estaba deshidratada. Sufría una otitis bilateral sin tratar, grave. Su piel mostraba masas compatibles con un largo periodo de descuido, y su estado emocional era devastador».
Su caso fue denunciado de oficio, y un juez lo aceptó a trámite.
Mónica, dueña de la peluquería canina ‘Pompitas’, ubicada en Pino Santo, escuchó la historia de la bóxer y, profundamente conmovida, decidió visitarla al Albergue. Al verla, no lo dudó ni un instante: se la llevó a casa. «Era muy noble y cariñosa», recuerda con ternura. «Se adaptó rápidamente a mi hogar y a mis otros perros, y le encantaba correr libre por el Barranco«, evoca con la voz entrecortada.
El 3 de febrero de 2024, Greta fallecía debido a dos tumores en el cráneo que no logró superar. Sin embargo, gracias a Mónica vivió durante casi dos años en un hogar donde recibió el amor que todo ser sintiente merece.
El juicio está listo para sentencia.
Desde la Concejalía de Bienestar Animal que dirige María Sánchez-Fernaud Vega agradecemos la labor de la Policía Local de Santa Brígida, que con su compromiso marca la diferencia en la lucha contra el maltrato animal. Si en todos los municipios existieran agentes así, tal vez hoy tendríamos menos casos como el de Greta. Gracias también a Cathaisa por su generosidad.
Gracias, Mónica, por tu infinita bondad.
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