Las mujeres jóvenes están protagonizando un regreso significativo al entorno rural. Trabajan en la ganadería, la agricultura, o en labores artesanales que abarcan desde la gastronomía, la cerámica, pasando por técnicas como el macramé o las almazuelas. Estas ocupaciones están atrayendo a nuevas generaciones de mujeres emprendedoras, como es el caso de Giulia Luna Philippart de Foy, tornera de profesión.
Vecina de Santa Brígida y madre de una niña satauteña, Giulia Luna es un ejemplo del creciente número de mujeres que apuestan por el emprendimiento rural. En 2023 abrió junto a su madre, maestra ceramista, un taller que también funciona como escuela y producción en la Calle Tenderete. La iniciativa surgió, en palabras de Luna, «para salir adelante por nosotras mismas».
La joven ofrece un enfoque innovador dentro del sector al trabajar con materiales de alta calidad como la porcelana y el gres. Esta apuesta por la diferenciación ha sido clave en su éxito.
«Si observas, Santa Brígida está llena de mujeres emprendedoras«, advierte Luna, “de hecho, nuestro proyecto fue impulsado con el apoyo de otras mujeres del municipio”.
El retorno de las mujeres jóvenes al mundo rural no es un fenómeno aislado, sino una tendencia creciente que responde a múltiples factores. Desde razones económicas, hasta un deseo cada vez mayor de llevar una vida más sostenible o conectada con la naturaleza. Este cambio también busca facilitar la conciliación familiar, lo que en muchas ocasiones se traduce en una oportunidad para reinventarse y generar ingresos de manera autónoma. Para muchas de estas mujeres es un camino hacia una vida más plena y equilibrada.
Esta tendencia ha sido recogida en el Manual de Buenas Prácticas para la Atención a la Mujer Rural en Materia de Igualdad y Violencia de Género, recientemente publicado por el Cabildo de Gran Canaria.
El documento, resultado de un proceso de investigación que incluyó más de 50 entrevistas con profesionales y mujeres de diversas zonas de la isla, dedica un capítulo completo a analizar el fenómeno de las mujeres emprendedoras. Giulia Luna, poseedora del carnet de Artesana de la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria, fue una de las entrevistadas, y su testimonio como cabeza visible de su taller ‘Art de Foy‘, destaca en el capítulo Las mujeres jóvenes regresan al mundo rural.
El documento señala que, si bien el número total de mujeres que trabaja como autónomas sigue siendo inferior al de los hombres, la proporción de emprendedoras ha crecido un 3,1%. De las 141.506 nuevas altas de autónomos registradas en marzo de 2024 en Canarias, 53.037 fueron de mujeres, lo que evidencia un cambio significativo.
El Manual de Buenas Prácticas, desarrollado por Cristina Gil y Asiria Álvarez, forma parte del Marco Estratégico por la Igualdad en Gran Canaria. Esta guía constituye una herramienta clave para diseñar políticas y acciones adaptadas a sus necesidades específicas.
Es importante recordar que las mujeres rurales no solo cultivan la tierra y producen alimentos esenciales, sino que también son guardianas de las tradiciones y saberes que han pasado de generación en generación. Su rol, muchas veces invisibilizado, es esencial tanto en la economía como en la preservación del patrimonio cultural.
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