Caballero: “Restaurar es dialogar con la historia”

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Caballero: “Restaurar es dialogar con la historia”

La Dolorosa tiene la tez blanca y el pelo moreno. Su cara es bonita y sus ojos reflejan una profunda tristeza. La imagen religiosa ha llegado junto a San José con el Niño desde la Iglesia Parroquial de Santa Brígida al taller de Amparo Caballero Casassa para ser restaurada. Un trabajo que esta alquimista, responsable de devolver el esplendor a piezas que, en muchos casos, no han recibido los cuidados necesarios de conservación a lo largo de su azarosa existencia, tendrá que acometer durante los próximos tres meses por encargo de la Delegación de Patrimonio de la Diócesis de Canarias.

«La Virgen es una imagen de candelero diseñada para ser vestida, tallada en madera y policromada, obra de  José Luján Pérez«, explica la restauradora, «una de las figuras más importantes del arte sacro en Canarias”. Su estilo fusiona el dramatismo barroco con influencias neoclásicas. «La intensidad de su mirada y el realismo de las manos son elementos donde el artista concentró toda la expresividad”, describe.

Cuenta que La Dolorosa llegó al taller con una grieta en la cabeza que se corresponde con la máscara, aunque el rostro permanecía intacto. Las manos presentaban un deterioro importante debido a «intervenciones puntuales poco convenientes». Caballero también ha tenido que intervenir sus articulaciones, un desgaste por el uso procesional de una de las pocas imágenes que sobrevivieron al devastador incendio que consumió el templo en 1897.

“La restauración no solo consiste en reparar daños, sino en garantizar la conservación de las piezas, subrayando la importancia de la conservación preventiva para evitar daños irreversibles”, aclara la restauradora del Servicio de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria.

San José, atribuido al escultor Rafael Bello O’Shanahan, también está siendo sometido a un meticuloso y delicado proceso de intervención. La pieza ha perdido tres dedos en la mano derecha y llegó hasta el taller “ahogada” en policromía. «Alguien las repinta, y acumulaba hasta seis capas de pintura plástica que ocultaban su policromía original», indica. Además, el Niño Jesús original fue sustituido por una figura de escayola.

“Una talla es como un paciente que requiere atención especializada”, señala, y su restauración es un proceso largo y minucioso, en el que la experta ha contado con la colaboración de Mila Gómez Pablo. “Son como las personas: cada una reacciona de manera distinta, y en este caso, todo depende de cómo respondan los materiales que la conforman».

Su taller, ubicado en una calle silenciosa de la capital grancanaria, es un espacio donde se rescata el valor artístico y espiritual de obras centenarias. Para lograrlo, Amparo Caballero emplea herramientas de precisión como instrumental odontológico, bisturís y técnicas propias de la cirugía que conviven con óleos, esculturas, pesas y bustos. También trabaja con pinceles diminutos y aplica las técnicas en capas sucesivas. Primero, consolida el soporte para asegurar su estabilidad. Luego, limpia la suciedad acumulada en la superficie, elimina barnices oxidados y repintes y, finalmente, restituye las tonalidades desvanecidas, respetando la pátina del tiempo.

Licenciada en Bellas Artes y especializada en Restauración, Amparo Caballero Casassa lleva treinta años de oficio devolviendo la belleza original a las piezas de arte. “Cada obra representa un fragmento de historia”, advierte. Es la restauradora de la Casa de Colón, y su labor implica la intervención en obras de arte, bienes históricos y elementos arquitectónicos de alto valor cultural, asegurando su preservación para generaciones venideras.

La experta subraya la necesidad de promover condiciones ambientales óptimas en los templos para evitar grietas en la madera y daños por humedad, un reto aún pendiente en muchas parroquias. “Aunque aún no existe la completa sistematizacion de estas medidas preventivas, la concienciación entre párrocos y feligreses está en aumento”, señala.

La devolución de estas imágenes a la Villa de Santa Brígida coincidirá con la conmemoración de los 500 años de la parroquia en 2025.

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