El municipio de la Villa de Santa Brígida está situado en las medianías bajas de la isla, en el sector noreste, entre los 350 y los 940 metros de altitud. Colinda, al norte, por los Llanos de María Rivera, y al este, bordeando la Caldera de Bandama, con el municipio de Las Palmas de Gran Canaria; al noroeste, con Teror, por el Lomo de la Vizcaína; al oeste, con San Mateo, por la zona del Madroñal y, por último, al sur, por el Barranco de Las Goteras, con Valsequillo y Telde. Posee una superficie que se caracteriza por su forma irregular-rectangular, de 23,8 km2, el 1,53% del territorio insular. Se encuentra a una distancia de 14 kilómetros de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Este municipio es el más poblado de los que conforman la Mancomunidad de Medianías de Gran Canaria. Su importante crecimiento demográfico está relacionado con la función residencial que ha adquirido la Villa en los últimos años. Tiene una población de 18.973 habitantes (INE 2011). Son barrios y pagos de este término municipal: El Monte, El Gamonal, La Atalaya, Pino Santo Alto, Pino Santo Bajo, Llano María Rivera, Los Silos, Los Olivos, Los Lentiscos, Las Goteras, Lomo Espino, El Madroñal, San José de Las Vegas, La Angostura, Las Meleguinas, Portada Verde y Bandama.
Se encuentran en este término, distintas muestras del vulcanismo insular: materiales antiguos descubiertos por la erosión, aglomerados de tipo Roque Nublo y edificios de las erupciones Post-Roque Nublo. Son varios los volcanes del último ciclo eruptivo insular que destacan en el paisaje. Entre los más importantes están: el volcán de Montaña de La Bodeguilla, el volcán de la Caldereta del Lentiscal, la Caldera de Pino Santo, y la Caldera de Bandama.
El paisaje se caracteriza por sus cuencas polilobuladas, sus laderas abruptas y el predominio de pendientes medias, sobre las que se desarrollan las vegas agrícolas.
Las condiciones climáticas están determinadas por una precipitación anual de entre 374-500 mm y una humedad relativa, alta durante todo el año, dada la continua presencia del mar de nubes. Las temperaturas fluctúan entre los 6º de mínima y los 29º C de máxima. Los vientos soplan flojos la mayor parte del año, aunque en los meses invernales aumenta su intensidad. Es frecuente el alisio, causante del mar de nubes en la parte alta del municipio; por el contrario, las invasiones de aire sahariano son escasas. El clima de tipo mediterráneo, con verano suave por la influencia de las brisas atlánticas, propició un temprano e importante desarrollo turístico en toda esta zona del Monte Lentiscal – Villa de Santa Brígida.
Como relictos del bosque termófilo, destacan las comunidades de acebuchales, almácigos y lentiscos, -este último es el que mejor se adapta a las condiciones xéricas de las vertientes de solana -. De igual manera, hay que realzar los magníficos ejemplares de dragos, caso del situado en el Barranco Alonso. En las pendientes se aprecian verodes, tajinastes, cerrajas, etc. Y en el fondo de barranco la palmera y el almácigo, este último en menor medida.
La palmera es una especie que aporta al municipio identidad y singularidad paisajística. En la Villa de Santa Brígida se conserva el segundo palmeral más frondoso de la isla. De la palmera proviene el gentilicio actual de «satauteños». Desde épocas prehispánicas «satautey» era el término utilizado para referirse a esta especie vegetal y a los pobladores de estos lugares. Es un ejemplar arbóreo muy útil en la artesanía: sus hojas se utilizan para hacer empleitas, tejidos, sombreros, alfombras, bolsos, esteras, etc.; el pírgano (nervio central de la hoja de la palmera) se aprovecha para los palos de las escobas.
Distintas figuras de protección se encuentran dentro de este espacio municipal. El Paisaje Protegido de Tafira abarca varios municipios siendo el 35% del mismo territorio satauteño. El 20% del Paisaje Protegido de Pino Santo, corresponde a suelo de la Villa de Santa Brígida. El Monumento Natural de Bandama, concretamente la caldera, se halla en el ámbito municipal, con una superficie del 15,8% del total. El palmeral de Satautejo, el Barranco de Las Goteras y los Altos de la Concepción, son también áreas protegidas.
Entre los cultivos introducidos destacan la caña de azúcar, en el siglo XVI, utilizada sobre todo para la fabricación de ron y de «panes de azúcar» en los ingenios de la época. En el siglo XVII se añadió el viñedo, dando lugar a un paisaje singular. Este cultivo se mantiene en la actualidad, sobre todo en la zona de Bandama y de Monte del Lentiscal. El vino de estos lugares tiene una reconocida fama, incluso fuera de la isla de Gran Canaria. El siglo XVIII se caracteriza por la introducción desde América, de la papa y de las tuneras (Opuntia cochinifera), utilizada esta última para el cultivo de la cochinilla, muy demandada en los mercados europeos para tintar. En los siglos XIX y XX, se desarrollaron en la Villa de Santa Brígida de manera relevante, frutales y plantas ornamentales, tanto para el mercado interior como para la exportación.